Sunday, January 04, 2009

Furtwangler Beethoven 7th 1943 Mvt. 4 (1/1)


A este 4º movimiento, Allegro con brio, se refería expresamente Wagner al calificar de "apoteosis de la danza" a esta 7ª Sinfonía.

Todo el brío y la energía de Beethoven en este frenesí de crescendos, este galopar incesante que en una espiral de complejidad y aceleración crecientes culmina con una explosión sonora digna del mejor castillo de fuegos artificiales.

No cabe el estatismo ante esta avalancha de ritmos sincopados y melodías solapadas que desde los periodos de aparente desaceleración cobran nuevos bríos para desembocar en torbellinos de notas excitando los oídos y la sensibilidad hasta la extenuación.

Danza en estado puro, danza dionisíaco-apolínea (como más adelante apostillaría Nietzsche): caos melódico desatado en el orden matemático de la armonía.
Bien se podría haber asimilado a los ritos órficos de iniciación a las experiencias transensoriales.
En este punto también tendría mucho que decir Wilhelm Furwängler, quien caía constantemente en estados casi mediúmnicos, catatónicos, poseído por el espíritu de la música; no por la simple melodía, no, sino por el espíritu mismo que anima al estado creador, ese demon (súcubo o íncubo) que sólo se exorciza con la composición y/o la interpretación musical.
No había más que ver sus estrambóticas "direcciones" de Beethoven o Wagner o Bruckner, para pensar que se estaba delante de un poseso que, perdida la conciencia, se entregaba en cuerpo y alma al sentimiento de la abstracción matemática par excellence: la música.

Al final, Furwängler, como antes Beethoven, acabaría perdiendo la capacidad auditiva y, con ella, el deseo de seguir viviendo. Murió a los 68 años, en Baden Baden, tras exponerse, voluntariamente, a una neumonía.
Aún hoy se le considera el mayor intérprete de Beethoven, Wagner o Bruckner -y el más personal, por lo que, también, el más polémico.

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