Thursday, October 23, 2008

Erik Satie - Gnossienne No.1


Como un reproche sus ojos
a veces torvos brillaban,
qué belleza más perversa
allí, entonces, irradiaban.

Nunca pudo conseguir
que su rostro se afeara,
no sabía nada de ira
ni supo nunca de rabia.

Sólo su mirada, a veces,
emergía como magma
derritiendo alrededor
todo aquéllo que tocaba.

Con gesto casi infantil
(¿inocencia calculada?)
el delicado mohín
en rubor finalizaba

que más bella, si posible,
y encendida, la dejara;
mas por eso era temible:
por su belleza extremada.

¿Quién podría resistirse
a un bien que el mal redoblara?
¿A una bella que por cruz
muestra una más bella cara?

Garras de suave satín
y colmillos de ansia vana,
sólo su mirada intensa
su disgusto revelaba.

Esa mirada la tengo
en mi corazón clavada,
como un dardo emponzoñado
que dulcemente me mata.

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