Saturday, October 06, 2007

Presentimiento


Nos pasamos la vida barriendo nuestros suelos,
fregando nuestros platos, limpiando los cristales
de nuestras ventanas, evacuando los detritus...
de nuestro miserable cuerpo.
Siempre eliminando los restos de nuestro pasar
gastando el tiempo en ello, nuestro precioso tiempo.

El tiempo que nos forma y nos deforma.
Que nos forma ocultando nuestra deformidad
con velos de engaño y apariencia: con esperanza.
Que nos deforma lastrando nuestro impulso
con secrecciones pegajosas: con huellas de impotencia.

Pero ese tiempo nos hace, también, de resplandores,
de clamor de vida, de lunas y de flores, de deseos...
De ansias de inmortalidad en la mirada infinita
de un amor en llamas danzando sobre el vacío.

Somos nuestros restos. La memoria que dejamos
en las cosas sin memoria: huellas en la nada.

Cuando muera la última mujer y no quede ya
ningún hombre que la sueñe, que la fecunde
para que la Gran Obra continúe,
en ese preciso momento, se consumará la sinrazón:
el ser humano no habrá existido nunca,
el mundo no habrá existido nunca,
la vida no habrá sido vida sino nada;
una nada que quizás soñó durante un no tiempo
que paría un ser llamado vida
y que de este ser nacería la estirpe
de aquéllos que darían testimonio
del sueño de la nada, pero ignorantes ellos
que formaban parte de ese mismo sueño:
que eran nada soñada soñando que algo eran.

Y en el silencio de su nada soñada una pregunta
angustiosa y decepcionada ¿La vida es esto?
l

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