Monday, November 24, 2008

Aurora


Se aorma ya la voluntad al pálpito
en cúmulo de sensaciones densas.

El alba:
crisol de claridad,
de luz tornasolada
gestada en el vientre de lo oscuro;
parteluz,
parto de luz, entraña luminosa,
aurora eviscerada,
sin dolor, de la noche.

Del púrpura al naranja
el horizonte se va definiendo
como franja incendiada;
de la brasa a la llama
en orden inverso, fénix, el cielo
arde de las cenizas
dejadas por estrellas
en nocturnal incendio.
La plata cede al oro
el brillo de su fuego.

La aurora es
lucernario de sueños
para la conciencia que, ya despierta,
se apresta
a recibir el misterio del mundo
bajo un prisma de luz
intensa.

Nacen la sombras con la claridad,
recuerdos de la noche
que la memoria de la luz evoca,
unidas a la forma
como una proyección
de su ígnea impotencia.
Las formas, así, también desperezan,
al alba,
su existencia cautiva
de la luz, sumergidas en un limbo
de yerma oscuridad.

Aurora:
despertar lascivo de la apariencia
que desnuda se muestra,
con su vergüenza al aire,
reflejando el rubor
de un cielo casto en ardor inflamado.

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