Un cuadro impertinente
pintó un cura alsaciano
de una chica indecente
con pirulí en la mano
sonriéndole a un enano
en medio de la gente.
Y el enano sonriente
correspondía ufano
con cara de marrano
mostrándole los dientes
y dos enormes granos
plantados en su frente.
Qué escena más hiriente
qué gusto más insano
el de aquel alsaciano
que pintaba obediente
al dictado de su ano-
mala y tortuosa mente.
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