Cuánto horizonte es posible ver
a través de una tierna sonrisa;
dulces labios que más que labios
son retablo de las maravillas.
.
Cuánto horizonte en la sonrisa,
cuánto mar en la mirada,
cuánto albor en las mejillas.
Cuánto cielo ella guardaba
en su corazón de niña.
.
Su sonrisa tenía
la intensa claridad
del sol de mediodía.
Yo, de tanto mirar,
ciego me quedaría.
l
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