Superficie lisa, plana, sin relieve,
de mi conciencia contemplativa.
Tan monótona, a veces,
en su inexpresividad,
que raya en la idiotez.
La mente como la superficie
del agua tranquila, tan quieta
y pulida como un espejo...
Pero, ¿quién quiere reflejar
cuando uno ansía emitir
sus propios destellos?
Está bien ser nube viajera
y cielo estatuario;
sauce tendido, perfil
de chopo, lirio blanco;
libélula suspendida
en su delirio metálico,
figura de narciso,
asombro temerario...
Pero antes bien quisiera:
Ser corriente en lo alto,
mi melena verde
del azul colgando;
pecoso el cielo de mis ovas,
de mis cristales surcado;
mis remolinos sus nubes,
sus tormentas mis rápidos,
mis cascadas aguaceros
sobre su límpido azul claro;
su profundidad misterio,
por mi reflejo, velado;
mi profundidad cautiva
en la extensión de su plano;
mi fluir constante, mi tiempo,
proyectado en su espacio.
Mi alma líquida impresa
en su etéreo cuerpo raso.
lll
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