.
Se apropiaron de sus jardines
y sus desiertos,
de su mar y su horizonte,
de su firmamento.
Se adueñaron de su palabra
y de su silencio,
de sus guiños, de sus gestas
y de sus gestos.
Inclusive su memoria
cuando hubo muerto,
la pusieron a la venta,
pues, según dijeron,
en esta vida de saldo
todo es comercio.
l
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