Cuenta una antigua leyenda
que en jardín de abencerraje
paseaba un gallardo paje
por una alfombrada senda.
.
Llevaba en su alma, engarzada,
una rosa carmesí:
labios eran de zegrí,
bella mora de Granada.
..
Suspirando iba el buen mozo
entre fuentes y arrayanes,
y en los rosales desmanes
provocaba su alborozo.
Cuando... al paso le salió
el brillo cruel y afilado
de un alfanje inesperado
que su sangre demandó.
Ojos verdes lo empuñaban
que tras un velo de noche,
de estirpe y cuna el reproche,
fieros celos no ocultaban.
Nunca entró con tanta saña
un puñal en torso bello,
ni penetró el vil destello
en más inocente entraña.
Quedó mudo el ruiseñor;
sólo escucharon las flores
letanía de estertores,
como un aria del horror.
Ya sobre la alfombra verde
van fraguando en mil rubíes
tibias gotas carmesíes
que la aciaga fuente vierte.
Al punto allí se le escapa
la vida a quien no vivía,
pues ya antes de amor moría
por una morisca guapa.
.
Y así purgó su osadía
el abencerraje aquél
por ser el amante fiel
de quien, zegrí, no debía.
.
Mas Alá, entristecido
por esta acción singular,
tal amor quiere premiar
salvándole del olvido...
.
...y en un prodigio inaudito
los rubíes recogió
de la alfombra y los lanzó
hacia el espacio infinito.
Ahora luce el vasto cielo,
en galaxia primorosa,
aquella sangre preciosa
que pagó caro su anhelo.
l
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