Asombro causó
a aquel cirujano
hallar una mano
donde puso Dios
casa a la razón
y no el fin del brazo.
.
Y no sólo eso,
que también halló,
en la operación,
un muslo en el seso:
buscando un divieso
el pasmo encontró.
.
Pobre matasanos,
dicen que quedó,
de aquella impresión,
tan conmocionado
que tres pies al gato
ya siempre buscó.
.
l
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