Epitafio a Delibes

Hoy, la tierra de Castilla se enriquece:
en las entrañas de una tumba
un gran tesoro: un hombre, yace,
de diamante... Deliberadamente.

Retorna, así, a su veta.
A la tierra ha de volver
lo que la tierra engendra.
Los oteros, lloran ojos;
las perdices, escopetas;
las majadas, pasos sabios
de un cazador con visera.
Hoy, lloran todos en Castilla;
en Valladolid, el Pisuerga
es todo llanto la corriente
y en su frondosa ribera
se concita el canto triste
de ruiseñores en vela.
¿Lloran todos? No, todos no:
no está llorando la tierra;
la tierra es ahora feliz,
la tierra está satisfecha:
el que tan bien la cantó
a su seno ya regresa.
¡Viva por siempre Miguel,
ya para siempre en sus letras:
Delibes es toda Castilla
escrita con sangre negra!
No estoy triste porque haya muerto,
sino feliz porque viviera.
Descanse en paz este diamante
de tan castellana veta.

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