La luna del niño tonto

Va surcando oscuridades
la luna llena en el agua;
no tiene velas ni remos
su carabela de plata.

Su timonel es el cielo
que la deriva le marca,
y a su paso estelas deja
de argentinas luminarias.

Navega, la luna llena,
por mares de sueño y calma,
y en su rielar marinero
ensoñaciones desata

en la mirada de un niño
que está solito en la playa,
con su carita redonda
llena de luna y de gracia.

(Por ver la luna en el mar
salió a escondidas de casa,
mientras todos le creían
dormidito entre las sábanas,

sin más ropa que la piel
-de noche y plata abrigada-,
ni más escolta que un angel
-de su candor siempre guarda).

Sentado sobre la arena
la mente del niño vaga
y por la escala de luz
a la luna se encarama

y allí juega con los niños
-que en la luna son de plata-
a la gallinita ciega
y al corro de la patata;

porque los niños del barrio
-esos golfillos sin alma-
no quieren que un niño tonto
sus diversiones comparta.

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In Memoriam IV

Vinieron por Él de noche
mientras la luna dormía;
se lo llevaron a oscuras
envuelto en la niebla fría.

Montaban caballos negros
que negras alas tenían,
confundidas con el Sueño,
las muy taimadas harpías.

¡Cómo lloran las estrellas,
en la negra noche fría,
lágrimas de frío fuego
ante tanta alevosía!

Se lo llevaron de noche
cuando creí que dormía,
pero el sueño era la muerte
que camuflada venía.

Sobre tres caballos negros
huyen tres negras harpías
con un alma noble y blanca
en la noche negra y fría.

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In Memoriam III

In Memoriam III

De tu boca aquel aliento
salió cerrando la puerta:
ya nadie quedaba adentro.

¿Dónde se fueron tus todos?
¿Cuándo? ¿En qué momento?
Yo estaba allí, a tu lado,
y no pude verlos.

¿Por qué escala invisible
ascendieron hasta el cielo?
¿Con qué alas emprendiste
con tus todos aquel vuelo?

Sí, yo estaba allí,
y no pude verlos.
Vi tu cuerpo de nieve
dudar y abrirse luego,

para luego retornar
y partir, por fin, de nuevo
con aquel aliento último
despidiéndose del cuerpo.

Nieve piel, carne nieve,
nieve del invierno eterno;
cayendo sobre mi alma
copos de nieve silencio.

Besé tu frente de nieve
como un postrero lamento,
pero tu allí ya no estabas,
sólo tu funda de hielo.

¡Quién pudiera consolar
los besos que no se dieron,
los besos que llegan tarde
y ven partir al viajero!

Al menos cogí aquel aire
que sellaba tu recuerdo,
aquel último habitante
en abandonar tu cuerpo;

lo llevo conmigo en el alma,
lo respiro cuando quiero
recordarte, hermano mío,
como parte de mi aliento.
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In memoriam II

In memoriam

Se te cerraron los ojos;
ya no están abiertos.
Se fue tu carne herida
tanteando hasta el cementerio.

Se te cerraron los ojos
mientras soñabas despierto
que tus ojos naufragaban
y se hundían en el Sueño.

Aquellos ojos que un día
contuvieran universos
están sellados ahora
por un telón de silencio.

Azul claro de alegría,
azul mar, azul cielo;
tus ojos inagotables
fuentes de azul inmenso.

Mas...

Se te cerraron los ojos
y ahora impera el azul yerto,
azul frío de de la piedra,
azul hondo del misterio.

Se cerraron ya tus ojos
¿Hacia dónde se han abierto?
Sólo sé que te llevaste
contigo tus universos.

Cerrados ya para siempre
-¿Dónde habitará el consuelo?-
Siempre, siempre, mientras viva,
en mí seguirán abiertos...

...Hasta que mis verdes ojos
se cierren y sigan tu vuelo
de negra mariposa
entre flores de ojos ciegos.
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Frutero

Tengo un limón en un plato

y a su lado dos manzanas,
y una pera y dos naranjas
y, por encima, dos plátanos.

En mi mesa no hay frutero
pues no tengo fuente al uso,
vivo sencillo y procuro
ser feliz con lo dispuesto.

Así, mi fruta se siente,
en su plato inapropiado,
con más esmerado trato
que en la fuente más solemne.
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Viento aire

In Memoriam...

Sonaba el viento en la cima
de mi sien encanecida,

sonaba como un lamento
de lo vivo por lo muerto.

Suspiros de mariposas
que tienen las alas rotas,

alientos estremecidos
de lo muerto por lo vivo.

Sopla un viento frío y gris
que su pena canta así:

- Aire fui que respiraba
un corazón sin coraza,

el corazón se paró
y en el aire quedé yo.

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Tedio

Calles tristes, silenciosas,
en las tardes de domingo:
ante los postigos cerrados
el Tiempo bosteza un grito
postergado de metales
imprecisos y aburridos
en la taracea lapidaria
de túmulos variopintos.

Ambiente fantasmal
por el que transito...
¡¡Qué tristeza, Dios mío,
de la calle comercial
en las tardes de domigo!!

Sellados escaparates
por párpados caídos,
metálicos telones,
fríos velos de hastío,
que privan del hallazgo
al ojo desprevenido.

Sensación de cuarentena:
"Cerrado por enfermedad ";
El domingo es enfermizo,
lo saludable es trabajar.

Por estas calles camino,
solitarias, sepulcrales,
con una congoja hiriente
asomada a los umbrales.

¿Dónde está ese bullicio
del pálpito laboral
-las gentes que van y vienen,
los pasos que vienen y van-
cuando un día cualquiera
-salvo el domingo fatal-
los ojos, ahora cerrados,
se abren de par en par?

Hacia adónde vaya la gente
no importa, importa que va
palpitando por la calle,
llenándola de Verdad.

Triste es la tarde de domingo,
y más triste al caminar
por el silencio marchito
de la calle comercial.

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Río mar

Reluce un río de mar
de ancha corriente argentina,
bajo un sol de barba blanca
camino de mediodía;
fluyendo desde el oeste
hacia las roca altivas,
las adorna, cuando llega,
de altas espumas efímeras.
Río vasto y profundo
que el viento encrespa o alisa
recamando lentejuelas
sobre la inmensidad líquida.
Entre panales erguidos
la corriente se desliza
desde un poniente que ignora
su fuente de plata viva.
Con ríos sueñan los mares
arrullados por la brisa
mientras el sol en lo alto
su superficie ilumina.

Tiene el mar el alma inquieta
y su destino en el viento;
el mar es un río inmenso
con corazón de veleta.

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Almendros en flor

Semana Blanca de Febrero,
cuando estalla en los campos
la floración del almendro.

Copos son que sonrojados
rebrotan de cinco en cinco
en el desnudo enramado...

...para caer de seguido
sobre el aterido suelo
que tirita aún de frío.

Semana Blanca de Febrero:
la flor del almendro nieva
sobre los campos sus pétalos.

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Turbión

Se levantó tal vendaval de poesía
que dejó las conciencias devastadas:
desintegradas en piélagos de luz,
disgregadas en retazos de color,
esparcidas en música encantada.
Fue tal la fuerza del lírico huracán
que levantó por el aire, como plumas,
las losas de mármol de las tumbas
y las cruces de hierro de los pechos,
dejando al descubierto los huesos
y el vacío de los esfuerzos vanos.
Tras la tromba de versos encadenados
se anegaron los rincones tristes
y se inundaron las melancolías;
se cubrió toda la tierra cuarteada
de fluidas codas y pies quebrados,
y las palomas recogían del caudal
ramitas de olivo verde que te quiero verde,
hechas de auroras preñadas de versos,
y las dejaban caer sobre las caritas
anegadas en llanto de los niños.
Durante cuarenta generaciones
las musas penetraron los corazones
y el mundo fue una oda a sí mismo.

/*/

A Lorca

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Todo en ti es deslumbramiento:

cada imagen un fulgor,
cada poema un firmamento;
Poeta en Clave Mayor:
eres música y color,
luminoso sentimiento.

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