He sabido de ti.
.
El aire me ha devuelto tu aroma,
un perfume de otro tiempo
-siempre tan presente en mí.
.
Ha sido oir tu nombre...
y sentir un recóndito regocijo,
una petite fête au coeur.
.
Nadie se ha dado cuenta,
pero he bebido tu nombre
con delectación, paladeándolo...
.
"¿Quién? ah, sí! F...
.
Pero no me he atrevido a preguntar,
no he querido delatarme.
.
Me he conformado con beberte,
en silencio, como tantas otras veces
cuando tú estabas aquí
y tu sola presencia bastaba
para ahogarme sin saciarme;
.
cuando tus ojos se paseaban
por los míos sin tú sospechar...
que tras ellos florecía
un bosquiano jardín de las delicias
de emociones provocadas por ti;
.
cuando me sumergía en el aire
que tu estela dejaba y aspiraba
su fragancia embriagadora,
-inodora para los demás-,
para mí irresistible, casi dolorosa;
.
cuando me colaba por tus oídos
con palabras que eran caricias
disfrazadas de conceptos,
era suficiente cualquier pretexto
para dejar fluir mi corazón
escondido en el alma de las palabras,
yo sentía su caricia pero tú -quizás- no,
tampoco importaba demasiado:
yo, mi amor amante, excesivo,
revertía en mí su propio exceso,
convirtiendo la esterilidad -tu nunca respuesta-
en fértil reinicio de un nuevo ciclo,
de un nuevo brote feraz de emociones,
abonado por tu orgánica indiferencia.
.
¡Qué tiempos aquellos... tan estos!
.
Ha sido saber de ti
y mi latir se ha desbocado:
ahora sí ha llegado la primavera...
ha venido, plena, abrazada a tu nombre.
.
Si te volviera a ver...
.
Jazmines de primavera,
sonrisas como gardenias;
tú siempre: siempre tan bella.
¡Presencia viva en la ausencia!
..
l
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