Bañado en luz me despierto,
los sueños quedan como islasflotando en el desierto
del sueño.
Chorros de luz me arrancan
de brazos de morfeo;
yo, apenas me resisto,
abro los ojos y veo
mi cielo.
Ahí está el azul intenso,
y el verde de los pinos
y el mar verde-azulado
y enhiestos edificios
y trinos.
Y un desusado silencio
que es paréntesis balsámico
en medio del fragor;
oasis inesperado,
y remanso.
Ahora todo está a mis pies,
hasta el cielo es mi tapiz
donde tiendo mi alma en paz;
sólo me falta el jazmín
para ser feliz.
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